Llovía, y nosotros dos calados hasta los huesos. Las otras parejas que habían acudido al puerto a la hora señalada fueron más precavidas. Muchos se cubrían con telas impermeables, otros con vasijas de barro, más de mil acudieron en canoas que ellos mismos habían construido para la ocasión. Llovía, jarreaba; sin embargo, los animales cruzaban la pasarela ajenos al chaparrón. Después de que todos estuvieron acoplados, el hombre que hablaba como un profeta se subió a lo más alto del Arca, nos miró uno a uno y, en tono solemne, reveló cual era la pareja elegida para acompañarle en el viaje. Llovía a mares, diluviaba, pero cuando oímos nuestros nombres, nos pusimos tan contentos que ni siquiera advertimos que el agua ya nos llegaba al cuello.
Ya te echaba en falta, aunque el paréntesis vacacional no ha menguado tu creatividad, truene, salga el sol o nos llegue el agua al cuello. Bien por ti.
ResponderEliminarYa hemos vuelto, empezábamos a estar con el agua al cuello.
ResponderEliminarLos mares embravecidos cubrieron toda la tierra en cuestión de horas.
ResponderEliminarAlguien allá arriba, no sabemos bien donde, se había enojado.
salu2!
Pilar, yo también te he echado de menos, pero necesitaba desconectar, cargar pilas tomando el sol y respirando otros aires. Lo malo es que el Jueves Santo diluvió en Castilla.
ResponderEliminarUn besazo
Carlos, las torrijas son malas aliadas para mantener la línea de flotación. Así el regreso se hace más pesado. Lo mejor, el reencuentro.
Un abrazo
Caro Pé, alguien ahí arriba tiene muy mal carácter. Gracias por las palabras.
Un saludo
Siempre andamos esperando algo... y cuando se presenta estamos a punto de ahogarnos, en algunos casos no sabemos nadar y en otros se nos olvida, y en el peor ya no queremos hacerlo.
ResponderEliminarTremenda moraleja, muy bueno.
Besos
Menos mal, Andrés, yo también te echaba de menos, y apareces como siempre, con algo genial.
ResponderEliminarY como casi siempre, miles de
aspirantes para solo dos plazas...
Un abrazo, mañana nos vemos, El cuco está inactivo, ya me aburría.
El agua sube mientras se espera. Para cuando llega la solución, el agua siempre nos llega al cuello.
ResponderEliminarQuien sabe que pasará después.
Lindo relato. Un beso.
¿Será que cuando el agua nos llega al cuello siempre hay alguien que nos llama para salvarnos?
ResponderEliminarTus relatos siempre me dejan pensando.
Abrazos
Gracias Nieves, tus palabras hacen que el tráuma post-vacacional sea más llevadero. ¡Ah!, y yo también echo de menos el canto del cuco. Un abrazo.
ResponderEliminarMarcela y Cris, por aquí dicen que "Dios aprieta pero no ahogan". Yo creo que muchas veces se la va la mano. Besos y abrazos
Cierto Ada, nos pasamos la vida esperando cosas, deseando ser los elegidos. Es una pena todo ese tiempo que perdemos.
ResponderEliminarComo siempre, un beso
Esto de que me dejes sin palabras se está convirtiendo en algo habitual ¡Qué final tan magnífico!
ResponderEliminarAh, se me olvidaba,el poema de tu perfil también es grande.