Como
todas las mañanas, el Coyote prepara los artilugios con los que
intentará atrapar al Correcaminos: unos patines de propulsión a
chorro de la marca ACME, una docena de cartuchos de dinamita de la
marca ACME y un rifle recortado con mirilla de precisión, también
de la marca ACME. Lo hace sin convicción alguna, con apatía.
Convencido de que, de nuevo, volverá a fracasar. Esta vez morirá
tres veces y el Correcaminos se reiría de él con su chirriante
¡MIC, MIC! Lo sabe, desde hace muchas décadas se repite la misma
historia, toda una vida.
El
sol golpea con rabia sobre sus orejas peludas y su hocico reseco,
pero hoy, una ligera brisa hace que el calor sea casi soportable. El Coyote se sienta sobre una roca de color rojizo y se coloca los
patines de propulsión mientras espera que aparezca su presa. Unos
segundos después, el Correcaminos cruza a toda velocidad una de las
carreteras polvorientas del Desierto del Suroeste. El Coyote enciende
la mecha y comienza la persecución de cada día pero, cuando está a
punto de agarrar a su enemigo por el pescuezo, entran en un túnel,
oscuro como una derrota y el plan se viene abajo. A lo
lejos, ve que unas luces se acercan amenazantes. Intenta dar la
vuelta pero no lo consigue. Un camión le arroya y deja su cuerpo
convertido en papel de fumar. Cómo no, al volante del vehículo va
el Correcaminos que, sonriente, saluda al difunto con su humillante
¡MIC, MIC!
Después
de bajar al Infierno vuelve de nuevo a la carga. Prepara con
minuciosidad una trampa en el borde de un barranco. Esta vez se trata
de dinamita aunque, ¡MIC, MIC!, el invento le explota en las manos y
la onda expansiva le lanza al fondo del precipicio. El golpe es
terrible, escalofriante, aunque lo que le provoca la muerte es la
tonelada de rocas que le cae encima.
Resucitado
de nuevo por exigencias del guión, se oculta de puntillas tras unos
matorrales. Agarra un rifle y lo apoya con firmeza entre su hombro y
su cara. Pega un ojo a la mirilla y espera paciente. Al fin, a lo
lejos, aparece el Correcaminos. Le apunta a la cabeza y deja que se
acerque. Cuando le tiene a menos de diez metros, dispara el proyectil
que se pierde en el paisaje humeante del desierto. Sin embargo, es un
animal tozudo y no se desanima. Lo vuelve a intentar. Suena un ¡MIC,
MIC!, y un ¡BANG!. Nadie lo espera, pero esta vez la bala se aloja
entre las cejas del pajarraco que cae desplomado a los pies del Coyote.
El
depredador no se lo puede creer, por fin ha matado a su enemigo. Loco
de contento, lo ensarta en un palo y lo cocina sobre un puñado de
brasas. Cuando está listo, extiende un mantel en el suelo, se coloca una servilleta y se sirve
un buen vaso de vino. Saborea con ansia las vísceras del Correcaminos; sin embargo siente una enorme tristeza, un vacío que le duele
más que el hambre acumulado durante tantos años. Mira la carne
chamuscada de su adversario de siempre y aúlla desconsolado.
lebron 15
ResponderEliminargolden goose
ultra boost 3.0
yeezy shoes
air max 270
kevin durant shoes
fila shoes
longchamp outlet
golden goose sneakers
curry 5 shoes
xiaofang20191221